PIERRE BORDIEAU Campo Intelectual y Proyecto Creativo
RESUMEN DE LECTURA
El autor inicia el texto Campo Intelectual y Proyecto Creativo, de esta manera :
“ Para que a la sociología de la creación intelectual y artística le sea asignado su objeto propio y al mismo tiempo sus límites, debe percibirse y establecerse el principio de que la relación entre el artista creativo y su obra, y en consecuencia su obra misma, es afectada por el sistema de relaciones sociales dentro de la cual tiene lugar la creación como un acto de comunicación o, para ser más preciso, por la posición del artista creativo en la estructura del campo intelectual”.
Esta premisa inicial confiere al estudio la participación del universo de competencias y agentes, sistema de agentes, según Bordieau que interactúan en un denominado campo cultural tomado como “un sistema de relaciones entre temas y problemas” que dirimen una suerte de inconsciente cultural determinado por el peso functional de cada ente, entendido como masa, poder/autoridad dentro del campo cultural, con la salvedad que no “puede ser definida independientemente de su posición dentro de él”.
Un primer mapa de conceptos sitúa al artista creativo (de las Artes y las Letras), y su obra en un sistema inevitable de relaciones sociales dentro de mayor o menor autonomía de creación, cuya recepción en el escenario de un campo intelectual determinado por la época asimilará la obra realizada, legitimando o no la misma. Como estructura mediadora del campo se entienden desde las autoridades intelectuales (críticos, comisarios y gerentes culturales) como autoridades de selección y consagración hasta instituciones de consagración intelectual (Academias, salones y concursos) e instituciones de consagración y difusión (teatros, asociaciones, casas de publicación y editores en caso de los escritores y poetas creativos). Si nos adelantamos a una interpretación adecuada de la recepción de la obra artística debemos contar con el público receptor, el gusto y el estilo de la época, la moda y las nuevas audiencias, primero la sanción de un grupo selecto, ahora la masa consumista que vuelve a ser factor de supuesto éxito cultural y económico.
Todos estos actores del campo cultural devienen en fuentes de autoridad y legitimización estableciendo consabidas relaciones de poder e influencia simbólica: nuevas y supuestas solidaridades entre artistas y críticos, complacencias y componendas de variado tipo, etc. Los ejemplos descritos en el texto durante ciertos periodos clásicos, de dominación e injerencia de ciertas autoridades “legitimamente externas” son interesantes: la opinión de un crítico, la intromisión de la casa publicista o el interés comercial del gerente teatral), luego el mecenas o el Estado. El estudio historicista del campo intelectual/cultural sugiere que la pugnacidad por la autonomía creativa se da en el terreno de una liberación ética y estética producto de una liberación económica y social conquistada a fuerza de la definición deun proyecto creativo dentro de un campo intelectual que gana autonomía.
El Romanticismo y su movimiento emancipador de la intención creativa del “arte por el arte” será la primera declaración de independencia donde las nuevas ideas del arte, del artista y su lugar en la sociedad tendrá lugar. Bordieau condiciona estas características fundamentales: Cambiarán las relaciones entre un escritor y sus lectores; se establece por si misma un actitud diferente hacia el “público”; la producción artística se especializa como otras actividades del quehacer humano; el arte y los artistas responden a una “realidad superior” como la “sede de la verdad imaginativa” que va recibiendo un énfasis profundo, y por último, la aceptación de que la idea del genio autónomo, estaba “deviniendo en especie de regla.
Nuevas caracterizaciones, actitudes y roles cada vez mas diferenciados acudirán al espectáculo de la cultura. La intermediación entre crítica, artista y público asumirá, tal vez, posiciones de mayor dinamismo, el artista dependerá de los juicios del público y sus gustos y demandas sociales intervendrán en el centro del proyecto creativo en forma de demandas, rechazos, expectativas compartidas o sutiles indiferencias. Si la sociedad inteviene en la médula del proyecto creativo, los artistas se escudarán en “la intención declarada del artista de no reconocer más que al lector ideal, quien debe ser su alter ego”. Hay que profundizar la idea de autonomía a través de la intención creative conducida por la “moralidad de una convicción” que debe “juzgar las obras de arte por la pureza de intención del artista’, sólo que, advierte Bordieau, que esta demanda “puede terminar en un terrorismo del gusto cuando el artista en nombre de una convicción, demanda reconocimiento incondicional a su obra”. Aquí, la cita de Kandinski, es interesante: “Que es bello lo que corresponde a una necesidad interna”; y otra, del mismo artista, que me viene a la memoria, y he usado como consigna de taller: “Todos los medios son sagrados si son internamente necesarios”.
La modernidad asumirá nuevas relaciones tanto de autonomía intelectual como de legitimación intelectual, que a la postre buscan la definición social de la obra y un ansia de salvación del artista. El artista esta “condenado a aguardar con mirada expectante los signos” ambiguos del éxito o fracaso de su propuesta: “Él debe necesariamente reconocer la verdad de su proyecto creativo en el reflejo de la recepción social de su obra, debido a que el recononocimiento de esta verdad está contenido dentro de un proyecto que siempre está en busca de reconocimiento”. Los artistas modernos se plantean esta cuestión muy definidamente. Las observaciones del poeta Paul Valery acerca de la noción de proyecto creativo de la nueva vanguardia es reveladora, cuando distinguió entre “obras que son como si hubieran sido creadas por su público, en el sentido de que cubren sus expectativas y son determinadas por el conocimiento de esas expectativas, y las obras que, por el contrario, tienden a crear su propio público”. La creación viene a ser dilemática al punto de catalogar las obras de acuerdo a una división entre “obras casi exclusivamente determinadas y dominadas por la imagen (lograda intuitiva o científicamente) de las expectativas del público” y las “obras que están enteramente subordinadas a las intenciones de su creador”. Un devenir irreal y desorientador se asegura cuando aplicamos a “aquellas obras con intención de actuar poderosa y brutalmente sobre la sensibilidad para ganarse el favor de un público deseoso de emociones fuertes y aventuras exóticas”, a decir del poeta. Esa fué, una de las apuestas “inteligentes”del artista moderno, mas allá de la mística romántica en sus presupuestos de pureza, libertad e independencia creativa.
La vulnerabilidad al éxito o fracaso del artista creativo, el manejo del supuesto éxito y la subordinación del creador a las presiones impuestas por la definición social de una obra de arte son harto elocuentes. Muchos han sucumbido, sostener una obra elocuente y original forma parte del manejo inteligente del proyecto creativo. El artista contemporáneo se ha forjado a fuerza del simulacro en esta condición mediática de la creación entre todos los agentes del campo cultural. Aqui, el hombre simbólico, otorga valor, en diferente medida, de acuerdo al reconocimiento que reciba de la sociedad en suma de su verdad y la significación profunda de su trabajo.
Otras manifestaciones se observan, en el estudio sociológico del arte, que es de la relación humana con respecto a la creación artística, y correspondencia al campo intelectual. Obra de la sofisticación del proyecto creativo en el campo intelectual, el criticismo y su especialización, la división del trabajo intellectual: público, crítico y autor en la decodificación de la obra y sus poéticas discursivas, la planificación de la obra con inteligencia y roles superpuestos del arte/mercado, los centros de difusión con o sin fines de lucro y la aceptación como principio estético.
Otro mapa conceptual refuerza nuestro campo intelectual: interacción entre intelectuales y juicios determinados por y determinantes de la verdad y el valor de las obras y los autores. Red de relaciones entre todos los miembros del mundo del mundo intelectual, relaciones centro-periferia. Relaciones de interdependencia funcional entre pluralidad de fuerzas de los agentes del campo intelectual. La fuerza social reclama su protagonismo en el proceso de legitimidad cultural dando paso al componente cultural en la composición de la obra, creación de una ciencia de la cultura. La educación es fundamental en esta red de relaciones simbólicas que constituyen el campo intelectual definitivamente constituido.
De esta manera, la sociología del arte se encargará de estudiar todos los fenómenos vinculantes del devenir simbólico de las manifestaciones culturales. La ciencia de la cultura, la antropología filosófica y la saga de las ciencias sociales y económicas se encargan de la fenomenología del quehacer humano en el campo creativo. Este campo de estudio es apasionante por su dinamismo y configuración en el juicio de la Historia, que se pronuncia finalmente sobre el autor y su obra.
Pierre Bordieu, en otro de sus textos se ocupa de otra estructura: la de los procesos del campo burocrático en la cultura, los pensadores funcionario, la cultura oficial y sus representaciones, el poder del Estado, temas pertinentes y actuales, de profunda vitalidad desde mi perspectiva como creador cultural en nuestro escenario cotidiano de otro proceso de concentración de poder y gestión del proyecto creativo a la luz de los tiempos por venir
muy interasante, muchas gracias. necesitaba un analisis de este texto que me resulta tan dificil de entender.
ResponderEliminar